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  Capítulo III-Características
 

Capítulo III: Características

“La Catedral gótica del siglo XIII se diferencia visiblemente de la románica del siglo XII en muchos aspectos: arco puntado en vez de redondo, arbotantes en vez de masa mural, paredes horadadas por el espacio o translucidas en vez de gruesos muros con los huecos de las ventanas, enrejadas de tracería en lugar de paredes articuladas con nichos escalonados y, sobre todo, unificación en el espacio en vez de adición de pociones espaciales”. Günter Binding explica estas características como las más importantes del arte arquitectónico ojival, agrupándolas en una totalidad a la que denomina “la perfecta obra articulada de cantería”.

Estructura interna

La arquitectura gótica presentó innovaciones técnicas y estéticas notables, que permitieron levantar estructuras esbeltas y ligeras, con medios y materiales sencillos: así como la arquitectura románica estaba pegada al suelo con sus gruesos muros continuos, lo que le confería un aspecto más horizontal que vertical, la arquitectura gótica abandonaba el suelo y se elevaba al cielo.

Planta

Las catedrales góticas se caracterizaron, entre otras cosas, por poseer una planta de tres a cinco naves longitudinales, un coro con deambulatorio y un presbiterio. En todos los casos, las plantas se dividían en tramos geométricos por columnas y arcos transversales sobre los cuales cargaban las bóvedas de crucería. Desde mediados del siglo XIII se hizo común el hecho de abrir capillas en los lados de las iglesias, para satisfacer la devoción de los gremios o cofradías y del pueblo en general, ya que antes de esta época era raro admitirlas fuera de los ábsides. Según su estructura, las plantas de las grandes iglesias góticas responden a dos tipos principales:

•De tradición románica: Generalmente la planta era de de cruz latina, con los brazos poco salientes y los ábsides o capillas poligonales. Las iglesias abaciales, sobre todo, cistercienses, se presentaron con brazos extensos, cual época románica.

•De salón: La planta carecía de crucero de brazos salientes (aunque no deja de ostentarse más o menos la simbólica cruz de en medio). El templo de salón presentaba una disposición basilical y poseía, como mínimo, tres naves de igual altura y, por consiguiente, un sistema de iluminación lateral. Los espacios interiores eran amplios y desahogados, abarcables con una sola mirada, y bastante unitarios, de ahí que tengan el aspecto de un gran salón.

Bóvedas

Las iglesias medievales poseían bóvedas muy pesadas, que obligaban a disponer muros gruesos y con pocos ventanales para soportar sus empujes. A principios del siglo XII los constructores inventaron la bóveda de crucería, que consistió en el cruce de dos arcos o nervios apuntados, conformando una estructura resistente sobre la que se colocaron los ligeros plementos o elementos de relleno que configuraron la bóveda. Este sistema además de ligero y versátil, permitió cubrir espacios de diversa configuración formal, posibilitando un gran número de combinaciones arquitectónicas.

La bóveda de crucería, también llamada bóveda nervada se formaba por el cruce, o intersección, de dos bóvedas de cañón apuntado. A diferencia de la bóveda de arista, la de crucería se caracterizaba por encontrarse reforzada por dos o más nervios diagonales que se cruzaban generalmente, en la clave.

Por su parte, los ábsides góticos se cubrían también con diferentes bóvedas de crucería de forma tal que los arcos o nervios concurrían todos a una clave central componiendo un estilo radiado y dividido en compartimentos parciales y profundos. Esta disposición, al paso que reforzaba y embellecía el ábside, contribuyó mucho a la sonoridad de la iglesia sobre todo, para los cantos desde el presbiterio.

Las bóvedas de crucería poseen, a su vez, distintas variantes según su diseño y disposición:

•La bóveda cuatripartita, o bóveda de crucería simple, es el diseño más sencillo de bóveda de crucería. Está formada por el cruce de dos arcos apuntados, que dividen la plementería en cuatro segmentos. Ésta es la bóveda más común en la arquitectura gótica clásica, y resulta la más adecuada para cubrir tramos cuadrados o rectangulares.

•La denominada bóveda sexpartita es similar al modelo anterior pero posee un tercer nervio transversal, quedando plementería dividida en seis partes.
•La bóveda reticulada, presenta nervios que forman una especie de retícula sin marcar la división en tramos.
•La bóveda de abanico, también llamada bóveda palmeada, presenta los nervios en forma de abanico o palma.

El conjunto de las bóvedas de crucería es considerado uno de los tres elementos distintivos de la arquitectura gótica, junto con el arco apuntado y el arbotante.

Arco

El arco apuntado fue uno de los elementos técnicos más característicos de la arquitectura gótica, bajo influencias del estilo borgoñón, sucediendo al arco de medio punto, propio del estilo románico. A diferencia del anteriormente mencionado, este arco fue mucho más esbelto y ligero, y, transmitiendo menos tensiones laterales, permitió adoptar formas más flexibles salvando, a su vez, mayores espacios.

También llamado ojival, el arco apuntado se compuso mediante dos tramos de arco formando un ángulo central, en la clave. La sección del arco ojival reproduce los nervios, cada vez más complejos, del sistema gótico, que también se manifestaron en las mismas molduras del pilar. Gracias a este diseño, se pudieron desviar mejor las fuerzas oblicuas del arco.

En cuanto a momentos históricos, es importante mencionar que en el siglo XIII se utilizó el arco clásico, de estilo bastante abierto, mientras que en el siglo XIV se construyeron más apuntados y altos: denominándose arcos lanceolados, los cuales correspondieron al momento de mayor verticalidad del período.

Columnas

La bóveda de crucería motivó la utilización de gruesos pilares con columnas adosadas o simples molduras que recordaban a las columnas. Generalmente, las mismas se encontraban rodeadas de semicolumnillas, apoyadas sobre un zócalo poligonal o sobre un basamento dividido, a diferencia del estilo románico donde el zócalo era uniforme y cilíndrico.
Las columnillas adosadas alrededor del núcleo se correspondían con los arcos y nervios de las bóvedas, según el principio de que debían corresponder a cada pieza sostenida su propio sostén o soporte, seguido en el estilo románico.


Iluminación

Los edificios góticos se caracterizaron por la definición de un espacio que buscaba acercar a los fieles, de una manera vivencial y casi palpable, los valores religiosos y simbólicos de la época. Según estos nuevos arquitectos, el humanismo incipiente liberaba al hombre de las oscuras tinieblas y le invitaba a la luz. Esta se entendía como la sublimación de la divinidad. La simbología dominaba a los artistas de la época a tal punto de considerar a la luz como el elemento más noble de los fenómenos naturales, el menos material, la aproximación más cercana a la forma pura.

El arquitecto gótico organizó una estructura que le permitió, mediante una sabia utilización de la técnica, emplear la luz, luz transfigurada, desmaterializando los elementos del edificio, consiguiendo claras sensaciones de elevación e ingravidez.


Fachada
Vidrieras

La reducción de la estructura al mínimo imprescindible permitió la apertura de grandes huecos en los muros de las fachadas. Los artistas de la época pudieron dar rienda suelta a su imaginación creando un arte desconocido hasta la fecha: el vitreaux.

Las ventanas del periodo de transición se manifestaron como las románicas, de arco apuntado. Sin embargo, mas tarde se ostentó el verdadero ventanal gótico amplio y decorado en su parte superior con calados de piedra, los cuales se formaban de rosetoncillos combinados, siempre sostenidos por columnas o parteluces. En el siglo XIV se desarrolló la tracería con la multiplicación de los rosetones pequeños, mientras que adelantando ya el XV se combinaron las líneas formando curvas serpenteantes que constituyeron el calado flamígero. Algo similar se observó en los grandes rosetones que se colocaron en lo alto de las fachadas.

Las Ventanas y los rosetones solían cerrarse con magníficas vidrieras en las cuales se manifestaban situaciones bíblicas, imágenes de santos y todo tipo de veneraciones a la divinidad. Las mismas estaban compuestas por fragmentos de vidrios pigmentados y unidos mediante varillas de plomo o, simplemente, por un vidrio uniforme coloreado a modo de lienzo, los cuales reflectaban, mediante la luz solar, un innovador efecto visual a través de los grandes espacios interiores de la catedral.


Puertas

La portada gótica admitió la misma composición fundamental que la románica, pero multiplicó las arquivoltas y añadió una mayor elevación de líneas con finura escultórica, guardando siempre en los arcos y los adornos la forma propia del nuevo estilo. Sobre la puerta solían colocarse gabletes elevados.

Las portadas más suntuosas llevaban imágenes de apóstoles y de otros santos bajo doseletes entre las columnas, flanqueando al ingreso, el cual estaba dividido por un parteluz que servía de apoyo a una estatua con motivos bíblicos.

Las iglesias del Cister, por su parte, carecían de imaginería en la portada, la cual estaba compuesta por un gran arco abocinado y decorado con baquetones y una ornamentación vegetal o geométrica.


Estética y relieve decorativo

La ornamentación gótica se basó en la construcción y sirvió para acentuar los elementos de la misma. Los motivos más comunes y propios, en el terreno escultórico, tuvieron lugar durante los comienzos del estilo, sobre todo, en el periodo de transición. El empleo del arco conopial en el siglo XV, permitió una amplia utilización de la curva y la contracurva en las fachadas.

La parte más novedosa en cuanto a la decoración provino de la flora y de la fauna local, interpretadas de forma estilizada durante los siglos XII y primera mitad del XIII. La naturaleza se manifestó con bastante realismo, aunque en este último siglo tendió a las formas retorcidas. El trébol, la hiedra, los brotes de vid, las hojas de roble o de encina se encaramaban por los arcos y las agujas de los edificios góticos, asociándose al nuevo estilo, hasta que, posteriormente, se abandonaron para dar lugar a las frondas, cardinas, grumos, y cuadrifolios. En el arte clásico, solo dos o tres plantas, el acanto, la hiedra y el laurel, habían sido aceptadas dentro del repertorio decorativo, pero el gótico se valió de todas las especies, reproduciendo también pájaros y hasta seres fantásticos.

Gárgolas

El termino Gárgola proviene del francés gargouiller, que refiere al hecho de producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo. En la arquitectura da la edad media, especialmente en el arte gótico, fueron muy utilizadas, manifestándose mediante figuras intencionalmente grotescas que representaban hombres, animales, monstruos o demonios. Si bien su función principal era la de evacuar el agua de lluvia de los tejados, poseían el fin simbólico de proteger el templo y asustar a los pecadores. Esto se mantuvo, aunque con menor desarrollo, en la arquitectura renacentista española o incluso en algunas iglesias barrocas.


 
Quimeras

Las quimeras eran, según la mitología griega, monstruos que vomitaba llamas, y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. La arquitectura ojival recurrió a esta idea de composición para la construcción de esculturas representadas mediante la combinación de elementos de distintas especies en una sola figura. Si bien suelen ser incluidas dentro del término “gárgola”, las quimeras difieren de las anteriores en cuanto a su función: mientras las gárgolas servían de desagote para las canaletas de los seos, las quimeras cumplían con un rol meramente decorativo y simbólico.
Se supone que estas construcciones poseían las cualidades de representar a los demonios que huían de la iglesia o de actuar como dispersores de espíritus malignos. Además, claro, de exteriorizar y fortalecer el objetivo de las catedrales ojivales: redimir a los fieles mediante la magnificencia, el misticismo y el temor.
Solían situarse en las esquinas superiores de las fachadas y en cualquier otro sitio donde pudieran ser contempladas fácilmente.



 
Pináculos

Los pináculos son elementos decorativos que se utilizaron en la arquitectura gótica. Generalmente, poseían forma de pilar rematado en su parte superior con una figura piramidal o cónica.

En lo que respecta a los materiales utilizados para su construcción, solían ser realizados en piedra, aunque también los hay confeccionados con plomo.
Estos elementos daban una sensación de mayor altitud al edificio, una de las características de la arquitectura gótica. Sin embargo, su función no fue meramente estética o decorativa, también poseía la finalidad de bajar las fuerzas laterales provenientes de los arbotantes, volviéndolos verticales y logrando que bajen por su propio peso.



Detalles interiores

Los falsos apoyos, a modo de repisa, se encontraban adosados a cierta altura de los muros, sosteniendo los arcos y los nervios que partían arrancando del muro. Poseían la composición de una columna pero carecían de base y no cumplían una función estrictamente estructural como si lo hacían las anteriores. Además, en sus interiores, los seos poseían estatuillas en relieve que “protuberaban” de las paredes, generalmente, apoyadas sobre pequeñas columnas o dentro de estructuras con forma de capilla. Todos estos elementos hacían suponer una situación de horror vacui, o miedo al vacío, ya que todos los rincones ojivales se encontraban decorados de una u otra manera.

Chapiteles

Un chapitel o aguja es un elemento arquitectónico que se sitúa en la parte superior de una torre, campanario o iglesia a modo de remate.

La forma de los chapiteles puede variar en función de los diferentes estilos arquitectónicos, pudiendo ser de forma piramidal, cónica o bulbosa y terminar en forma de flecha aguda, destacando su uso en el gótico en el que se convierten en la culminación visual del templo y símbolo de acercamiento a Dios.

 
 
   
 
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