|
|
|
|
Capítulo I-Estilos previos y antecedentes |
|
|
Capítulo I: Estilos Previos y Antecedentes
ARTE ROMANICO
En Europa, durante los siglos XI y XII tuvo su origen un gran movimiento de renovación artística que llegó para armonizar todas las manifestaciones previas, creando un lenguaje específico y coordinado aplicado a todas las artes. Fue la época en la que surgió el arte Románico, llamado de esa manera por dos razones: por derivarse del antiguo arte romano y porque su nacimiento tuvo lugar en el pleno desarrollo de las lenguas romances, derivadas del latín o romano.
Esta escuela se dedicó principalmente a levantar iglesias y monasterios, por lo que se la relaciona directamente con el arte del cristianismo. Las construcciones derivaban de las antiguas basílicas romanas, y contaba con la única innovación de poseer una planta de cruz latina en lugar de la antigua planta rectangular. Además, los techos de madera de los primeros templos fueron reemplazados con bóvedas de cañón, que significaban menor peligro frente a las recurrentes amenazas de incendio. Para la construcción de estas bóvedas se disponían piedras sobre arcadas de madera que se retiraban una vez finalizada la obra.
Para contrarrestar la enorme presión que ejercían las bóvedas en todo el edificio, fue necesaria la construcción de muros sólidos y gruesos. Los mismos generalmente carecían de aberturas, y aportaban, a las iglesias románicas, un toque sombrío y de inminente oscuridad. También solían realizarse contrafuertes exteriores para reforzar los edificios.
Con el tiempo, para disminuir el efecto “tenebroso” que creaban los muros macizos y oscuros, los románicos comenzaron a colocar pinturas y esculturas vinculadas directamente con la necesidad de llenar los grandes espacios que dejaban en sus construcciones, alejándose de la existencia fuera de las catedrales. Generalmente, los artistas eran los mismísimos monjes, aunque también fue de suma importancia la obra de los constructores masones, magnates de la piedra franca (francmasones) que ambulaban de localidad en localidad en busca de mejores oportunidades laborales.
El término románico, como concepto que define un estilo artístico, fue utilizado por primera vez en 1820 por Charles de Gerville, significando con este término a todo arte que se realiza anterior al estilo gótico desde la caída del Imperio Romano; y por analogía al término ya conocido de lenguas románicas, el arte románico sucedía al arte antiguo tal y como las lenguas románicas eran las sucesoras del latín.
Un fenómeno importante en el contexto temporal del románico fue el terror milenarista o terror al milenio, que tuvo su origen en una serie de profecías basadas en el texto apocalíptico de San Juan, que vaticinaba horribles catástrofes anunciadoras del fin del mundo. Estas catástrofes se producirían cuando la humanidad cumpliera el primer milenio desde el nacimiento de Jesús. Pero ninguna de estas profecías llegaron a producir un terror generalizado de histeria colectiva, ni tampoco se cumplieron los terribles vaticinios de los textos milenarios. Precisamente la historiografía del siglo XI atribuyó el origen del estilo románico, al sentimiento general de acción de gracias que recorrió Europa, tras comprobarse no se produciría el terrible final.
Buena parte del poder acumulado por los monasterios provenía del generado por las reliquias y de las donaciones o limosnas de señores feudales para asegurarse la vida eterna. Estas reliquias no solo favorecieron al auge de los monasterios, sino también a las peregrinaciones a lugares Santos de Jerusalén, Roma y Santiago. Estas peregrinaciones llegaron a considerarse como una expresión de fe, similar a la que movía a los cruzados.
El arte Románico atravesó tres etapas, distinguidas con fines didácticos: el Primer Románico (que reunió las obras de arquitectura desde finales del siglo IX hasta el tercer cuarto del siglo XI (1088), fecha en que se hizo la tercera Abadía de Cluny. En este periodo, las artes figurativas respondían aun a un modelo anterior.), la época dorada del estilo por su calidad y belleza (románico pleno), que se extendió desde la última mitad del siglo XI hasta la primera del XII, procedente de Francia y transmitido
fundamentalmente a través del Camino de Santiago; y el tardo románico, caracterizado por el arte cisterciense, que se expandió gracias a las abadías de la orden del Císter, expresando las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval (ausencia de ornamentación y reducción a los elementos estructurales) y abriendo las puertas a las primeras manifestaciones góticas.

(Iglesia de San Martin en Fromista)
PERIODO CISTERCIENSE
A lo largo de los siglos, el monaquismo sufre alternativamente periodos de fervor y de decadencia, dando lugar a la aparición de órdenes nuevas que reforman las costumbres relajadas o debilitadas del clero y de los fieles. Los cluniacenses, con las cuantiosas donaciones de los reyes, pierden su espíritu religioso y caen a fines del siglo XI en la relajación monástica. Pero la Iglesia, siempre renovadora, presenta en el siglo XII la figura de San Bernardo de Claraval, que devuelve el prestigio y la influencia al monaquismo, restableciendo en todo su rigor la regla benedictina en los monasterios del Císter en Borgoña. Ambas órdenes, contribuyen poderosamente al predominio del papado y al desarrollo y difusión del arte románico y del arte gótico a través de Europa. El estilo cisterciense, resulta del uso sistemático del arco apuntado, aún muy agudo, y de la bóveda de crucería, al intentar dar mayor altura a los edificios románicos.
La orden de San Bernardo, denominada cisterciense porque su casa fundadora restaba situada en Citeaux, en la Borgoña, era muy contraria a todo tipo de decoración. El estilo arquitectónico de estos edificios fue en un principio sencillo; la iglesia tenía un frontis plano, sin torres, de piedra o de ladrillo, sin decoración alguna. Se llegó a un divorcio absoluto entre los elementos decorativos y los estructurales. Císter llega a ser muy rica y poderosa, habiendo asociado su nombre con el auge del estilo ojival. Este arte se muestra en los templos cistercienses, de gran uniformidad y robustez románicas, y que siguen el modelo trazado por el propio San Bernardo de Claraval. Los monjes blancos lo llevan a distintas regiones y crean importantes obras arquitectónicas, tales como la Abadía de Císter en Borgoña, los conventos de Fossanova, Casamari y San Gálamo en Italia, y las numerosas fundaciones de la orden en la península.
La influencia de las nuevas formas constructivas góticas comenzó en Borgoña hacia el año 1160 y los arquitectos cistercienses las adoptaron rápidamente por estar en armonía con sus propias ideas, propagándolas por toda Europa. Parecería contradictoria la idea de que los monjes de Cister, que aspiraban a la vida humilde y rudimentaria, congeniaran con el estilo soberbio de las catedrales góticas, pero es importante recordar que el modelo cisterciense era característico de los monasterios y no de las grandes iglesias, las cuales mantuvieron el estilo románico hasta la llegada del manifiesto ojival.

(Abadia Santes Creus)
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|